Autora Marta Guerrero Díaz
Facebook, Grupo “Los mejores cuentos cortos” Publicado el 9 de septiembre de 2011
Había una vez una niña llamada Asha. Asha vivía en una aldea muy pequeña cerca de un río cuyas aguas estaban contaminadas. En su país no era fácil tener agua potable y Asha debía andar casi una hora para llegar a un lago de aguas limpias. Sus padres enfermos a causa del agua del río le habían regalado a Asha un bonito colgante en forma de estrella y le habían dicho que cuando estuviese en apuros hablase a las estrellas y ellas le ayudarían. Una tarde Asha fue a buscar agua al lago y antes de volver se hizo de noche. Asha se sintió muy sola y recordando las palabras de sus padres miró al cielo estrellado y habló:
- Estrellitas que estáis en el cielo. Siempre me acompañáis y os lo agradezco, pero yo me siento muy sola y quisiera tener una familia otra vez.
De pronto una de las estrellas bajó brillante hasta Asha y le dijo:
- Asha, yo seré tu estrella guía, agárrate fuerte a mí y volaremos lejos.
La estrella llevó a Asha a otro país donde la esperaba su nueva familia. Era un lugar muy diferente a su aldea, con muchos edificios, parques y coches. Pero pronto Asha se acostumbró a su nueva casa y sus nuevos padres, que aunque eran muy diferentes a su antigua familia, eran idénticos en lo mucho que la querían y cuidaban.
Llegó el día en que Asha empezó a ir a la escuela. Sus compañeros eran diferentes a ella y todos la miraban con mucha curiosidad, pero ninguno se le acercaba para preguntarle y ella se sintió muy extraña. Por la noche, desde su ventana, Asha agarró fuerte su colgante y miró al cielo. Desde la ciudad era más difícil ver las estrellas pero Asha pudo ver a su estrella guía acercarse fugazmente a ella. Asha le contó cómo se sentía en la escuela y la estrella le preguntó:
- ¿Y tú has intentado hablar con ellos? Tal vez se sentían igual que tú. Mañana debes contarle a tu profesora cómo te has sentido y ella te ayudará.
Así fue. Al día siguiente la profesora de Asha invitó a la niña a explicar su gran aventura hasta llegar a la ciudad. Todos los niños pudieron así saber cómo se sentía Asha. Otros niños explicaron también a Asha algunas vivencias como la suya y pronto todos fueron muy amigos.
Por la noche Asha le dio las gracias a su estrella y prometió que, cuando fuese mayor, volvería a la aldea donde había nacido para ayudar a todos los niños que allí vivían.
Gracias.
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