Vídeo fotográfico del Casares actual como homenaje a unos de sus vecinos más ilustre.


Margarita Ortega González "Cuentos para lectores sin edad"
EL PAYASO QUE NO SABÍA HACER REIR
Érase una vez en un circo un payaso que estaba cansado de tener que hacer reír cada día. "Yo siempre tengo que hacer reír a los demás, pero hay días que estoy triste y no tengo ningunas ganas de hacer gracias", pensaba el payaso de aquel circo.
"Con lo bonito que debe ser hacer de domador, o de trapecista, o de hombre forzudo, que son trabajos que igual los puedes hacer cuando estás triste o cuando estás contento", pensaba.
Así que un día en plena representación se disfrazó de domador y se metió en la jaula de los leones. Pero, ¡ay!, cuando vio que los leones abrían aquellas bocazas con aquellos dientes tan grandes, se asustó mucho y se salió de la jaula. Entonces la gente empezó a reírse.
Entonces decidió hacer de trapecista. Pero como no tenía ni idea, cayó sobre la red y la gente otra vez sin parar de reír.
Se salió de la red y cogió unas pesas muy grandes, aquellas con dos bolas que utilizaba el hombre forzudo, y empezó a hacer fuerza para levantarlas. Las bolas de hierro ni se movían pero él llegó a hacer tanta fuerza que le saltaron todos los botones y los pantalones se le cayeron al suelo. La gente se mondaba de risa con el payaso.
Y tanto y tanto se rieron que el payaso comprendió que lo que le salía mejor era hacer reír a los demás.
Y desde aquel día siempre hizo de payaso.
J.C. Bermejo en "Regálame la salud de un cuento" Edit. "Sal Terrae"
LOS MIL ESPEJOS
Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada.
Cierto día, un perrito buscando refugio del sol logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera.
Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se metió en el cuarto.
Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había 1000 perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.
El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco.
Los 1000 perritos hicieron lo mismo.
Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos.
¡El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él!
Cuando salió del cuarto, se quedó pensando para sí mismo: "¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!"
Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto.
Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva.
Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vio cómo los 1000 perritos le gruñían a él.
Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también.
Cuando este perrito salió del cuarto pensó: "¡Qué lugar tan horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar allí!"
En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los 1000 espejos".
"TODOS LOS ROSTROS DEL MUNDO SON ESPEJOS"
J.C. Bermejo en "Regálame la salud de un cuento" Edit. "Sal Terrae"
Cuento de J.C. Bermejo en "Regálame la salud de un cuento" Edit "Sal Terrae"
Textos extraídos del "Juegos de ingenio" de RBA Editores
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