relatos para trabajar

Hay ciertos relatos que ponen de manifiesto cómo debemos juzgar a las personas. Estos dos que aquí os dejo son un reflejo de ello y puede ser útil para trabajar con el alumnado de primaria.
EL AVE EXTRAORDINARIA
LEONARDO DA VINCI
Hace mucho tiempo, un viajero recorrió medio mundo en busca del ave extraordinaria.
Aseguraban los sabios que lucía el plumaje más blanco que se pudiera imaginar.
 Decían además que sus plumas parecían irradiar luz, y que era tal su luminosidad que nunca nadie había visto su sombra.

¿Dónde encontrarla? Lo ignoraban. Desconocían hasta su nombre.
El viajero recorrió el bosque, la costa, la montaña.

Un día, junto al lago, distinguió un ave inmaculadamente blanca.
Se acercó con sigilo, pero ella sintió su presencia y levantó vuelo.

Su sombra voladora se dibujó sobre las aguas del lago.
"Es sólo un cisne" se dijo entonces el viajero, recordando que el ave extraordinaria no tenía sombra.

Algún tiempo después, en el jardín de un palacio, vio un ave bellísima.
Estaba en una gran jaula de oro y su plumaje resplandecía en el sol.

El guardián del jardín adivinó lo que pensaba y le advirtió:
-Es sólo un faisán blanco, no es lo que buscas.

El viajero incansable recorrió muchas tierras, países, continentes...
Llegó hasta el Asia y allí, en un pueblo, conoció a un anciano que dijo saber dónde se encontraba el ave extraordinaria.
Juntos escalaron una montaña.
Cerca de la cumbre, vieron al gran pájaro incomparable.
Sus plumas, esplendorosamente blancas, irradiaban una luz sin igual.

-Se llama Lumerpa -dijo el anciano-. Cuando muere, la luz de su plumaje no se apaga. Y si alguien le quita entonces una pluma, ésta pierde al momento su blancura y su brillo.
Allí terminó la búsqueda.
El viajero volvió a su tierra, feliz, como si una parte de aquel resplandor lo iluminara por dentro.
Y aseguró que el plumaje de Lumerpa era como la fama bien ganada y el buen nombre y honor...

...que no pueden quitarse a quien los posee y que siguen brillando aún después de la muerte.







FÁBULA DE LA INDIA
EL ORO Y LAS RATAS
Había una vez un rico mercader que, a punto de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones.
Antes de partir quiso asegurarse de que su fortuna en lingotes de oro estaría a buen recaudo y se la confió a quien creía un buen amigo.
Pasó el tiempo, el viajero volvió y lo primero que hizo fue ir a recuperar su fortuna.
Pero le esperaba una gran sorpresa.

-¡Malas noticias! -anunció el amigo-. Guardé tus lingotes en un cofre bajo siete llaves sin saber que en mi casa había ratas. ¿Te imaginas lo que pasó?
-No lo imagino -repuso el mercader.
-Las ratas agujerearon el cofre y se comieron el oro. ¡Esos animales son capaces de devorarlo todo!

-¡Qué desgracia! -se lamentó el mercader-. Estoy completamente arruinado, pero no te sientas culpable, ¡todo ha sido por causa de esa plaga!
Sin demostrar sospecha alguna, antes de marcharse invitó al amigo a comer en su casa al día siguiente.
Pero, después de despedirse, visitó el establo y, sin que lo vieran, se llevó el mejor caballo que encontró.
Cuando llegó a su casa ocultó al animal en los fondos.

Al día siguiente, el convidado llegó con cara de disgusto.
-Perdona mi mal humor -dijo-, pero acabo de sufrir una gran pérdida: desapareció el mejor de mis caballos.
-Lo busqué por el campo y el bosque pero se lo ha tragado la tierra.
-¿Es posible? -dijo el mercader simulando inocencia-. ¿No se lo habrá llevado la lechuza?

-¿Qué dices?
-Casualmente anoche, a la luz de la luna, vi volar una lechuza llevando entre sus patas un hermoso caballo.
-¡Qué tontería! -se enojó el otro. ¡Dónde se ha visto, un ave que no pesa nada, alzarse con una bestia de cientos de kilos!

-Todo es posible -señaló el mercader-. En un pueblo donde las ratas comen oro, ¿porqué te asombra que las lechuzas roben caballos?
El mal amigo, rojo de vergüenza, confesó que había mentido. El oro volvió a su dueño y el caballo a su establo.
Hubo disculpas y perdón.
Y hubo un tramposo que supo lo que es caer en su propia trampa.



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