Cumplimos cincuenta y cumplimos con nuestros compromisos

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Este artículo, publicado en la revista de feria de Lora del Río en mayo de 2011, quiere ser un homenaje a todos y todas las que cumplimos cincuenta porque nacimos en el año 1961.

Los años vividos en los centros de enseñanza son años de vivencias con la cultura, en la escuela, en el instituto y en la universidad. Cultura que hemos tenido que ir recomponiendo y aprendiendo en nuestro devenir por la historia, ya que los avances científicos, las investigaciones históricas, los nuevos recursos de comunicación… han ido evolucionando y nosotros y nosotras con ellos. Nuestros maestros y maestras se dedicaron a enseñarnos a vivir, a vivir con y por los demás. No tenían tantos recursos como existe en la actualidad, es verdad, pero al igual que el hambre agudiza el ingenio, la falta de esos recursos también agudizó su creatividad. Todavía recuerdo con la facilidad que aprendimos los de mi generación todo lo relacionado con el cuerpo geométrico de la esfera. Mi maestro, D. Antonio Bermúdez, nos lo enseñó con una naranja, un plato, un cuchillo y una servilleta. Y he de decir, que cuando lo he tenido que explicar en mis clases, he imitado a mi maestro. Nos enseñó, en realidad, a saber buscar los recursos para sacar adelante nuestras metas. O la famosa sintaxis, que no la aprendí bien hasta pasados los veinte años de edad, después de haber realizado miles de análisis arbóreos. El maestro D. Adolfo Romero Gordo, tuvo a bien, siendo yo ya maestra, enseñarme un método propio que facilitaba el aprendizaje y lo mejor de todo era que las oraciones para analizar eran extraídas del libro Don Quijote de la Mancha. Nos enseñó a que en nuestra vida debíamos seguir perfeccionándonos siempre. O la limpieza en las libretas, con Doña Cecilia Blanco; o la esquematización de una obra literaria con Doña Teresa López… Nos enseñaron a ser organizados y extraer lo fundamental y obviar lo superfluo. Cada uno de ellos aportó a nuestra generación una serie de saberes que conformaron nuestro aprendizaje para ser competentes en la sociedad que nos ha tocado vivir. No es nostalgia. Antes, el alumnado obtenía mucha información aisladamente y conforme íbamos madurando, se supone que esa información encajaba dentro del conjunto y conformaba el aprendizaje competente. El resultado de esos aprendizajes salía a la luz cuando la vida te colocaba en una situación para tal fin. Hoy se pretende colocar al alumnado en situaciones más o menos reales, y para darle una respuesta ha de extraer de sí todos los conocimientos deseables que sabe. La respuesta a esa situación es el aprendizaje.

Reitero la afirmación anterior, nuestros maestros y maestras se dedicaron a enseñarnos a vivir, a vivir con y por los demás; y nuestros padres y madres reafirmaron la educación para saber vivir en sociedad. Ese es el gran aprendizaje de nuestra generación. En nuestras vidas, hemos tenido distintas experiencias. Hoy somos docentes, enfermeras, médicos, comerciantes, amas de casa, abogados… estamos casados, separados, solteros, vivimos en pareja… somos padres y madres (algunos hasta abuelos y abuelas)… y en nuestra existencia siempre está presente esa enseñanza y ese aprendizaje de nuestra infancia y juventud. Y no sólo está presente, intentamos difundirla entre los que conviven con nosotros y nosotras. Y diría más, con nuestro saber estar diario damos ejemplo de ello, en el trabajo, en la familia, en la convivencia con los amigos…

En este retrato hay que resaltar la importancia que nuestros mayores le daban a los valores que caracterizan a un buen ciudadano, valores que vimos en ellos. Valores como el compartir y como la alegría de ser felices con lo que teníamos. Valores como el respeto a las personas, animales y cosas, que cultivaban con esmero. Ya decía Gregorio Marañón que  “El adulto debe guardar, ante el niño, por pequeño que sea, el mismo respeto que ante su Dios”. Cuidaron su vocabulario, sus modales y gestos ante nosotros y, a veces, no nos dejaban pasar ni una.  Cuidaron nuestros horarios, comidas, sueños, juegos, nos dedicaron su tiempo, a veces nos escuchaban y otras les escuchábamos, nos llamaron la atención y nos castigaron cuando nuestro hacer no era correcto… En fin se preocuparon de nosotros y nosotras con la cultura y la educación que ellos habían adquirido. Nos transmitieron costumbres morales, de saber estar, de saber responder, de saber recibir… Y… no somos una calcomanía de ellos, claro que no. Tenemos nuestra personalidad, creamos nuestra propia escala de valores y con ella vivimos, pero esta escala tiene muy buenos cimientos, fuertes, arraigados y a prueba de huracanes. Sabemos adaptarnos a distintas situaciones, la vida nos ha puesto a prueba en varias ocasiones, sabemos responder en nuestro trabajo y sabemos estar al lado del que nos necesita… No pretendo decir que somos intachables, pero sí que fuimos una de las últimas generaciones que pudo recibir ese concepto de ser un ciudadano para y por los demás ciudadanos. Tenemos nuestra forma de ser, actuamos consecuentemente con ella y nos reafirmamos en nuestras ideas.

Sí, una generación que ve como la madurez entra en sus vidas. Una generación que ya ve con nostalgia aquellos años de infancia. Una generación que recuerda con muchísimo cariño a los que ya no están entre nosotros, Juan Francisco Isidro Noriega, Setefilla Baeza López, Jesús Oliveros, Mercedes Carrión. Una generación que ha tenido a bien organizar un reencuentro, un día de convivencia, el día 5 de febrero de 2011 para cumplir los cincuenta juntos, para que la amistad nunca se pierda, “Amigos para siempre…” como dice la canción, para evocar años de risas y llantos, años de esfuerzo y diversión, años de emparejamientos, años de… nuestra vida.

Así que para finalizar queremos hacer constar que la generación que cumplimos cincuenta años en 2011 nos sentimos orgullosa de nuestra respuesta a la sociedad. Fuimos la adolescencia y juventud de la transición política en España, nuestros mayores se aferraron a la fuerza que de ella emanaba y nos alentaron para que el futuro de la Democracia, que estaba en nuestras manos, fuera una realidad. Creo que no les hemos fallado. Hoy en 2011, cuando estamos llegando a la madurez, analizando la trayectoria de aquel alumnado de la primera promoción de la EGB, del BUP, de FP… concluimos que aprovechamos los recursos que nos ofertaron, respondimos con responsabilidad a las expectativas que se abrían ante nosotros y agradecemos, con todo el respeto que merecen, el gran sacrificio que hicieron nuestros padres. Cumplimos cincuenta y cumplimos con nuestros compromisos. Algunos han dado en llamar a esta generación “la revolución de los nietos”. Y quizás tenga parte de razón. Nuestros abuelos y abuelas, inmersos en la guerra civil y en la dictadura, estaban callados, unos por estar bajo tierra y otros por temor; nuestros padres y madres, la generación del miedo, inmersos en la dictadura, callados, callados, callados…; nosotros y nosotras, en la incipiente democracia, hemos comenzado a desvelar nuestra verdadera historia. No tenemos miedo de hablar, preguntamos, investigamos, adentrados en la memoria histórica, y estamos sacando a la luz, la verdad y el conocimiento de nuestras propias raíces. Esta es, ciertamente, nuestra aportación a la historia: defender la verdad con hechos, reconociendo los errores sin represaliar a nada ni a nadie, mirando al futuro con dignidad y siendo conscientes que no somos responsables de las acciones de nuestros muertos, pero que tenemos que dignificar su existencia. Y nuestra aportación a la sociedad: haber sido la generación que ha asentado la democracia en España y que ha confirmado la Autonomía de Andalucía.

Gracias a todos y todas por vuestras aportaciones a la convivencia con aquellos valores que aprendimos de nuestros mayores, con ese respeto y esa tolerancia que nos caracteriza, con esa entrega por y para los demás, haciendo con ello honor a nuestros docentes y a nuestros congéneres. ¡Qué siga así otros cincuenta más! Y… claro, que lo veamos y si no siempre estaremos orgullosos y orgullosas que nuestra descendencia lo vea.

MARÍA JESÚS NARANJO INFANTE. 2011, AÑO DE NUESTRO CINCUENTENARIO.

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